Tras el inicio de la pandemia, releyó "La ceremonia del adiós", una obra crepuscular de Simone de Beauvoir. Su "escritora de corazón" es Marguerite Yourcenar.
Y encontró su vocación de neumóloga en "La montaña mágica", de Thomas Mann, una novela ambientada en un sanatorio para tuberculosos de los Alpes suizos.
Hija de italianos emigrados a Brasil a inicios del siglo XX, la doctora Dalcolmo pertenece a una familia de juristas "sin ninguna vocación médica".
También es abogado su marido, Cándido Mendes de Almeida, de 92 años, con quien mantiene "una relación especial" marcada por la gran diferencia de edad, explica.
Momentos de gracia
La doctora Dalcolmo se siente orgullosa de ser la primera brasileña vacunada con la vacuna AstraZeneca, coproducida por Fiocruz.
El año pasado contrajo COVID-19 y las secuelas le dejaron un ligero entumecimiento de los dedos, pero sobre todo "la angustia de las noches demasiado largas".
Ahora su hermana, a la que considera como un "pilar" de su vida, está en cuidados intensivos en Vitoria, la capital del estado de Espírito Santo, al norte de Rio.
La experiencia más penosa de la pandemia, afirma, "es la de un paciente en cuidados intensivos, completamente solo, aún consciente, que nos pide transmitir sus últimos deseos a sus familiares antes de ser entubado".
En una ocasión, Dalcolmo se quebró emocionalmente. Sucedió en enero, cuando denunció, en llantos, "la incompetencia absoluta" que provocó la escasez de vacunas para inmunizar a los 212 millones de brasileños. El video se volvió viral.
Pero en la tragedia hay también "momentos de gracia", como "cuando me reconocen en el supermercado como 'la médica de la televisión'. Me dicen: 'Queremos abrazarte, porque tú estás con nosotros en casa casi todas las noches y confiamos en ti'", cuenta.