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Genealogía feminista del oro olímpico

A través de épocas y contextos socioculturales, las mujeres han tenido que superar barreras para hacerse un espacio en el ámbito deportivo, con obstáculos peores que los de cualquier prueba olímpica.
jue 08 agosto 2024 06:04 AM
Genealogía feminista del oro olímpico
La lista de quienes han roto techos de cristal en el deporte femenino es muy amplia, apunta María Elena Esparza Guevara.

La historia de la lucha feminista está marcada por figuras cuyo valor y determinación han establecido precedentes para la defensa de los derechos de las mujeres. Sus audaces acciones y ferviente determinación han abierto caminos hacia la igualdad sustantiva en una gran diversidad de ámbitos, desde el social y político, pasando por el educativo, hasta el deportivo, que hoy suena tanto por los Olímpicos de París 2024.

A través de diversas épocas y contextos socioculturales, las mujeres han tenido que superar barreras para hacerse un espacio en el ámbito deportivo, lleno de obstáculos peores que los de cualquier prueba olímpica: prejuicios, estereotipos y limitaciones impuestas por la sociedad patriarcal.

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Sólo un poco de historia. Alice Milliat fue una apasionada del remo y pionera del deporte femenino en Francia y todo el mundo quien, en una época cuando las competencias deportivas eran casi exclusivamente masculinas –en los Juegos de 1900 solo hubo 2.2% de participación femenina y en 1920, 2.5%–, organizó los Olímpicos femeninos en 1922 y fundó la Federación Deportiva Femenina Internacional. Su trabajo visibilizó la discriminación de género en el deporte y su presión fue clave para que 1928 se incluyeran más eventos femeninos y el porcentaje de participación de las mujeres se elevara a 9.8%.

Otra símbolo icónico del deporte femenil es Kathrine Switzer, quien en 1967 se convirtió en la primera mujer en correr oficialmente la Maratón de Boston. A pesar de los intentos agresivos de los organizadores por retirarla de la carrera, Switzer completó los 42 kilómetros, rompiendo barreras en un ámbito dominado por hombres. Su valentía y determinación catalizaron reformas cruciales hacia la inclusión formal de las mujeres en el Maratón de Boston en 1972.

Billie Jean King, tenista con 39 títulos de Grand Slam, también luchó por la igualdad de género en el deporte. La Batalla de los Sexos de 1973, en la cual King venció en tres sets a Bobby Riggs, un excampeón de tenis que alardeaba respecto a su posibilidad de vencer a cualquier mujer… más pronto cae un hablador, con todo y raqueta.

La lista de quienes han roto techos de cristal en el deporte femenino es muy amplia. Algunos nombres que deberían ser famosos, pero lamentablemente no forman parte de la narrativa hegemónica, son Netty Honeyball, una activista de los derechos de la mujer fundadora del primer club femenino de futbol en Gran Bretaña o Wilma Rudolph, quien venció la polio en su infancia para convertirse en una gran atleta y ganar tres medallas de oro en atletismo en las Olimpiadas de Roma 1960. Su éxito inspiró a innumerables niñas a perseguir sus sueños deportivos.

Más recientemente, figuras como Nadia Comanenci, Serena Williams e Ibtihaj Muhammad han demostrado que el dominio en el deporte y la lucha por la igualdad pueden ir de la mano. Desde su trinchera, cada una de estas ex deportistas han abogado por cancha pareja, destacadamente la igualdad salarial.

Sin ellas, sería imposible llegar a los primeros Juegos Olímpicos con paridad, no sólo en la cantidad de atletas sino en medallas. París tiene hoy 152 pruebas femeninas, 157 masculinas y 20 mixtas; la misma cobertura televisiva en horarios de máxima audiencia para los eventos masculinos y femeninos, y los programas y talleres que se llevaron a cabo previo a los Juegos para personal de apoyo y voluntarios, con el objetivo de fomentar una comprensión más profunda de la igualdad de género en el deporte.

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Para el medallero quedan también la instalación de guarderías y salas de lactancia por primera vez en las villas olímpicas ¡porque hay atletas madres y parece que nadie se había dado cuenta antes! Y no, maternar no debe seguir siendo una limitación para el desarrollo profesional y deportivo de las mujeres.

Esta evolución es un reflejo de cambios más amplios en la sociedad y un paso importante hacia un futuro donde la igualdad sustantiva sea una realidad en todos los ámbitos. Falta mucho, pero no hay duda de los récords rotos en la justa olímpica parisina que se acerca a su fin.

Honremos a todas las luchadoras deportivas; los oros de París 2024 tienen genealogía feminista. Ese pódium debería ser inolvidable.

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Nota del editor: María Elena Esparza Guevara fundó y preside Ola Violeta A.C. Es Doctoranda en Historia del Pensamiento por la UP, Maestra en Desarrollo Humano por la Ibero y egresada del Programa de Liderazgo de Mujeres en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Síguela en X como @MaElenaEsparza Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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