Ya no solo es salir y hacer lo que nos dedicamos, y que nos debería hacer felices, sino cumplir las expectativas de los demás. Reflexionando, ¿sí será que los demás esperan tanto de mí, que logre tanto o es algo que yo misma me he impuesto?, ¿debo ser la mejor hija, la mejor esposa, la mejor madre, la mejor profesionista, la mejor en todo lo que hago? Y cada que me impongo estándares más altos abandono mi paz, mi estabilidad mental e incluso mi salud física; y eso me hace más débil cuando debería ser más fuerte.
No saben cómo me sentí identificada con: “…quizás esté envejeciendo”, también me siento así. No sé ustedes, pero ya estoy en una edad en donde la gente que me rodea espera que recomiende, que resuelva, que tome decisiones y siempre temo fallar. ¿Qué va a decir mi familia, mis conocidos, la gente que ha creído en mí, si fallo? Por eso me siento tan identificada con Simone, no abandonó porque era mala en gimnasia, abandonó por creer no ser suficiente para cumplir con las expectativas de los demás.
¿Será que las mujeres tememos fallar más que los hombres? Me encontré un estudio del Centro para el Liderazgo de las Mujeres, del Babson College, en Reino Unido, que se realizó en 41 países de Europa/Asia y Latinoamérica/Caribe, y las mujeres manifestaron más miedos al emprender un negocio que los hombres y más miedo al fracaso. Pienso que este miedo al fracaso, o el miedo a lo que los demás piensan de mí, nos paraliza, nos impide avanzar, nos impide intentar algo en lo que podría ser buena o más aún, en lo que he demostrado anteriormente ser buena.
Por eso afirmo que es una gran lección la que nos dio la gimnasta al abandonar no importando lo que pudieran decir los demás, pero me pregunto si en lugar de abandonar, hubiera salido a disfrutar sin miedo a fallar, por el solo placer de hacerlo, no para cumplir los estándares de nadie ni los propios (que a mi parecer son los más altos) solo para ser ella misma; estoy segura de que hubiera hecho un gran papel.
Cuando aprendía a nadar me dijeron que el miedo lo iba a superar nadando, el haber aprendido es algo que me da mucho orgullo, porque lo hice con 23 años y era uno de mis grandes miedos, morir ahogada; después de recordarlo, he estado pensando que el miedo a fallar se debe quitar fallando una y otra vez. Adicionalmente, si reconozco mis propias limitaciones, sin autoexigirme tanto, podré ser más comprensiva con las limitaciones de los demás, podré animarlos a intentarlo.