Cuando Ana Torres empezó a trabajar en una cadena de venta de discos, su pareja tenía que recogerla a una cuadra del trabajo para que nadie se diera cuenta de que mantenían una relación. “Cuando me entrevistó la persona de Recursos Humanos me dijo que mejor no dijera nada sobre que también me gustan las mujeres [es bisexual], porque a la directora del área no le gustaban esas cosas”, explica la docente y tallerista, que en ese entonces tenía 24 años.
Al socializar con sus compañeros de trabajo, se sintió orillada a decir que su novia era solo una amiga. Y cuando decidió compartir su orientación con algunas personas, recibió comentarios homofóbicos como “casi no se te nota que seas bisexual” porque, sostiene, su expresión de género coincide con lo que ‘se espera’ del aspecto de una mujer heterosexual.
Torres trabaja ahora como freelance y no ha tenido ningún problema. Lo atribuye a que actualmente sostiene una relación sentimental con un hombre.
Salir del closet en el trabajo aún no es fácil para un gran porcentaje de personas, independientemente de si son hombre o mujer. Giselle Román, gerente médico senior del área Cardiorrenal y Metabolismo de Novartis, señala que para ella fue posible cuando percibió que estaba en un lugar en el que sentía la libertad de participar y ser reconocida solo por su talento. Sin embargo, pasó dos años y medio en trabajos en los que no sintió la confianza de compartir esa información, pese a que en su vida privada ya lo había expresado con libertad.