Decidió dar el paso en su actual empleo. Una vez que sintió la seguridad de hacerlo, le permitió reforzar la aceptación de su persona, romper con los estigmas y barreras personales, que la llevaron a pensar que tal vez la gente dudara de su capacidad por su sexualidad o que simplemente no la aceptara, y poder tener la libertad de ser quien es. Y señala que lo pudo hacer al observar medidas específicas a favor de la diversidad e inclusión.
Hoy se reconoce como un miembro activo de la comunidad LGBT+ y forma parte del comité de Diversidad e Inclusión de su centro de trabajo, desde donde se han empujado medidas que le valieron la certificación HRC Equidad Mx, como contar con políticas y apoyo legal para las personas trans o sumarse a las Normas para Combatir la Discriminación hacia las Personas LGBTI en las empresas, propuestas por la ONU.
Varias encuestas realizadas por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) identifican a las personas que forman parte de la comunidad LGBT+ como una de las principales poblaciones que presentan los mayores índices de discriminación en el país. En 2020, 56.1% de las mujeres lesbianas escucharon conductas negativas hacia un compañero o compañera por su orientación sexual, 31.3% recibió comentarios negativos por su propia orientación sexual, 22.9% sintió un trato desigual respecto a los beneficios laborales que puede obtener debido a su preferencia. Mientras que para las mujeres, los mismos porcentajes se elevan a 55.4%, 42.3% y 30%, respectivamente.
Román ha seguido de cerca el proceso de otras personas que ahora forman parte de la comunidad LGBT+, porque en un inicio se sentían inseguros y temerosos de compartir su identidad y preferencia sexual en el ambiente laboral. Sostiene que el acompañamiento es necesario, pero primero deben existir condiciones estructurales para garantizar esa seguridad.