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¿Qué perdería EU si deportara a las mujeres mexicanas del país?

Más allá de la pérdida de alrededor de 175,500 millones de dólares en PIB, el país sufriría pérdidas humanas irremplazables sectores clave como salud, agricultura y servicios.
lun 10 febrero 2025 05:12 PM
¿Qué pasaría si Estados Unidos deporta a las mujeres migrantes mexicanas?
Mujeres migrantes ocupan espacios clave en el sector de cuidados de EEUU

No es fácil dimensionar lo que significa perder algo hasta que desaparece. En la economía, este principio es brutal. No basta con imaginarnos el vacío que dejan, hay que calcularlo, sentirlo en la estadística, en la factura que se encarece, en la escasez que altera la rutina.

Por eso, ante la posibilidad de que Trump efectivamente decrete una deportación masiva de mujeres migrantes en su país, hay que verlo bajo estos lentes: Estados Unidos perdería aproximadamente 175,500 millones de dólares en Producto Interno Bruto (PIB) si todas las mujeres migrantes mexicanas fueran expulsadas del país. Esto representa alrededor del 0.65% del PIB total de EE.UU., una cifra que podría parecer pequeña en términos macroeconómicos, pero cuyas repercusiones serían devastadoras en múltiples industrias esenciales, desde la salud hasta la agricultura.

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Esta estimación se basa en cálculos que consideran que en EE.UU. residen aproximadamente 4.5 millones de mujeres migrantes mexicanas, de las cuales el 65% tiene empleos formales con un salario promedio de 30,000 dólares anuales. Multiplicando estos factores, se obtiene un impacto salarial directo de 87,750 millones de dólares.

Sin embargo, su contribución no se limita a estos ingresos, ya que su actividad económica impulsa el consumo, el comercio y la estabilidad de diversos sectores. Según estudios del Migration Policy Institute, el efecto multiplicador del ingreso laboral en el PIB es aproximadamente el doble del salario directo, lo que eleva la pérdida económica total a 175,500 millones de dólares. Esto refleja el peso real de su presencia en la economía estadounidense y el vacío que dejaría su expulsión.

Las mujeres migrantes mexicanas representan una pieza clave en sectores esenciales como el servicio doméstico, la salud, el sector hotelero y restaurantero y la agricultura. Según datos de la American Community Survey y análisis del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME), entre un 60% y 70% de estas trabajadoras están empleadas en la economía formal, mientras que el 30% restante se encuentra en la informalidad. Es decir, una gran mayoría paga impuestos, contribuye a la seguridad social y sostiene industrias enteras con su trabajo.

En la última década, su presencia en sectores como la salud ha crecido significativamente. Hoy, miles de hospitales y clínicas dependen de ellas para funciones de apoyo, asistencia de enfermería y mantenimiento.

"Las mujeres migrantes mexicanas no solo sostienen la economía, sino que también garantizan el funcionamiento de servicios esenciales en el país", explica Marisol Rumayor, presidenta de AMMJE Megalópolis. "Sin su trabajo, la economía no solo se vería afectada, sino que el día a día de millones de personas cambiaría drásticamente".

Si fueran expulsadas, la falta de personal no solo ralentizaría los servicios, sino que aumentaría los costos operativos y afectaría la calidad de la atención. En estados como California y Texas, donde la población hispana es elevada, este problema se sentiría con particular crudeza.

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Pero el sector salud no sería el único afectado. En los hogares estadounidenses, donde muchas familias dependen de niñeras y cuidadoras, la expulsión masiva de mujeres migrantes mexicanas traería consigo un colapso del sistema de cuidado infantil y de adultos mayores.

Esto obligaría a miles de trabajadores—en su mayoría mujeres estadounidenses—a reducir sus jornadas laborales o incluso dejar sus empleos para encargarse de estas responsabilidades. En términos económicos, la reducción de la fuerza laboral femenina estadounidense afectaría la productividad y, por ende, el crecimiento del país.

Otro sector clave es la industria de la restauración y los servicios. De acuerdo con datos de la organización Fuerza Migrante, una parte significativa de los empleados en restaurantes, hoteles y empresas de limpieza son mujeres mexicanas. Sin ellas, los tiempos de espera en restaurantes aumentarían, la calidad del servicio bajaría y los precios de los alimentos preparados subirían por la falta de personal.

Estudios del Migration Policy Institute han señalado que la reducción en la mano de obra migrante podría provocar pérdidas de miles de millones de dólares anuales, ya que los costos de contratación y capacitación de nuevos empleados serían prohibitivos para muchos negocios.

La agricultura también sufriría un impacto devastador. Las mujeres migrantes trabajan en la cosecha, procesamiento y empaquetado de productos frescos que abastecen a todo el país. Su ausencia implicaría una menor producción y, por lo tanto, un aumento en los precios de los alimentos.

Un informe del U.S. Bureau of Labor Statistics (BLS) ha advertido que la escasez de mano de obra en la agricultura puede traducirse en una inflación alimentaria significativa. Esto afectaría de manera desproporcionada a los hogares de menores ingresos, quienes verían encarecidos los productos básicos.

El impacto de la expulsión de estas trabajadoras también se sentiría en los ingresos fiscales de EE.UU. A pesar de que muchas de ellas no tienen un estatus migratorio legal, contribuyen al sistema mediante impuestos sobre ventas y propiedades, además de retenciones en nómina en algunos casos.

Según un análisis del Pew Research Center, los impuestos pagados por los migrantes indocumentados alcanzan cifras que sostienen programas sociales como la educación pública, la salud y la infraestructura comunitaria. Sin su contribución, varios gobiernos estatales enfrentarían déficits considerables.

Sustituir la fuerza laboral migrante femenina con trabajadores nacionales no sería una tarea sencilla. Hay varios sectores en los que la disponibilidad de mano de obra local es limitada. En la agricultura y los servicios de limpieza, por ejemplo, la demanda de trabajadores supera con creces la oferta.

De acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, el reemplazo de la fuerza laboral migrante elevaría drásticamente los costos operativos para las empresas, lo que se traduciría en un aumento de precios en bienes y servicios esenciales.

Pero más allá de los números, la ausencia de estas mujeres cambiaría el tejido social de Estados Unidos. Su papel en las comunidades va mucho más allá de su contribución económica: aportan diversidad, generan redes de apoyo y facilitan la integración de la población hispana en la vida cotidiana estadounidense. Escuelas, iglesias y vecindarios perderían un pilar fundamental en la construcción de comunidades inclusivas y solidarias.

Si se quiere dimensionar en términos concretos, basta con pensar en el impacto inmediato en sectores específicos. Si mañana un estado como California o Texas perdiera a su fuerza laboral migrante femenina, notaríamos inmediatamente el colapso en hogares sin cuidadoras, hospitales sin asistentes de enfermería, restaurantes con tiempos de espera inaceptables y supermercados con precios en ascenso por la falta de producción agrícola. La vida cotidiana se volvería más cara y más difícil para millones de familias.

"Las mujeres migrantes mexicanas no solo trabajan en sectores esenciales, sino que también sostienen el equilibrio de la economía estadounidense en múltiples niveles", enfatiza Rumayor. "Sin ellas, no estaríamos hablando solo de una crisis laboral, sino de una transformación social que Estados Unidos no está preparado para enfrentar".

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