¿Surgieron nuevas violencias en función de lo digital o son las mismas pero trasladadas a lo digital?
Creo que aplican las dos. O sea, están estas violencias, por ejemplo, acoso, extorsión, fraude, el bullying, que ya existían en lo físico y que ahora también se pasan a lo digital, con su adaptación a lo digital. Y están estas otras violencias que, como tal, no estaban tan presentes en lo físico, pero que se incrementaron por lo digital. Por ejemplo, contenido íntimo. Pues antes, lo digital ha permitido que tú más fácil tomas una foto y la mandas. Y eso implica que es más fácil que se viralice. Antes, el tomarse la foto, pues, podría ser con una cámara, una cámara, pero ahí que la imprimías, etcétera, pues, era más difícil, era más complejo.
¿Desde qué puntos partían en las conversaciones con mamás y papás?
Primero, de transmitir y compartir -porque todos lo sabemos- que lo digital es algo para quedarse, y que es parte también de la forma en la que estamos socializando hoy en día todas las personas, sin importar la edad. Y que como vayan avanzando las infancias y las adolescencias en su desarrollo, van a estar en contacto con lo digital, si no es que ya lo están.
Entonces nos toca tenerle respeto a la situación, porque las niñas, niños y adolescentes tienen derechos digitales, como el acceso a la tecnología, a la información, a la banda ancha, a las telecomunicaciones. Son sujetos de derecho como todas las personas lo son, y como personas adultas no podemos negarles ese derecho. Lo que nos toca hacer es acompañarlos.
¿Y con qué casos se fueron encontrando?
Uno muy repetido eran niños o niñas diciendo que sus mamás o papás les crearon su cuenta de redes para poder controlar lo que ven. Pero el problema aquí es que cuando creamos cuentas de redes sociales con los mails de una persona de 30, 40 años, el algoritmo de esa red social va a estar configurada para que esa persona acceda a contenido apropiado para esa edad.
Y esos contenidos pueden ir desde cine o moda hasta imágenes violentas o con alto contenido sexual. Entonces, ese es uno de los principales problemas de este desconocimiento generacional: creer que porque le creamos una cuenta con nuestro mail estamos solucionando el problema.
¿En qué otras situaciones observaron consecuencias de esta discordancia entre generaciones respecto a lo digital?
Muchos niños y niñas, o adolescentes, nos decían: “Es que me dicen que es Internet es malo, o que las redes sociales son malas, pero yo veo que mis papás se ríen de las redes sociales, que se mandan muchos memes o que graban las fiesta de cumpleaños paar compartirlo con los demás, todo el tiempo”.
O sea, están viendo que sus madres y padres interactúan en lo digital continuamente, pero diciendo “tú no puedes porque es malo”. Y no hay esa conversación de por qué es malo o qué es lo que está mal, o por qué los adultos sí y los y las niñas no.
También, que las infancias y las adolescencias crean redes sociales y plataformas sin dialogarlo con padres y madres. Y cuando no les cuentan, si sucede alguna violencia, tampoco les van a contar.
Entonces tenemos a personas adultas que desconocen lo que está pasando en lo digital, de infancias a adolescencias que tal vez están pasando por situaciones de violencia, pero no quieren contarle a mamá o a papá porque si se enteran, viene el regaño: “Te dije que no abrieras esa red social”
Ahí lo que decimos es: “el enojo no es aliado”. Primero hay que garantizar su seguridad, y ya luego nos enojamos, pero primero la seguridad.
Opino subjetivamente como mamá, que a veces una hace esas cosas por desconocimiento, no por mala intención. Entonces, ¿cómo salir de ese adultocentrismo y partir de ese otro lugar?
¡Claro! Casi siempre es así. Por eso la importancia de informarnos y educarnos en este tema. Y aceptar que todas las personas adultas tenemos una mirada adultocentrista, porque vivimos en un sistema que nos dice cuáles son nuestros roles de edad, género, de trabajo. Y hemos crecido viendo y se nos ha dicho que las personas, entre más adultos seas, más razón vas a tener.
Entonces, justo por eso invitamos a cuestionarnos esas prácticas; a cuestionar, a ver, ¿a ti qué te han dicho? ¿Qué te decían cuando tenías esa edad, la edad de tus hijas e hijos? “Me decían que yo no podía hablar, que no podía interrumpir, que no podía tener una opinión”.
“¿Y tú cómo te sentías? “, “Yo me sentía ignorada. Que me ignoraban, o que no era tan inteligente”.
Pues eso, entonces, ¿cómo se sienten ahora tus hijos? E invitar también a creer que en lo digital, pues las personas, no solamente en lo digital, sino que en todo, no lo sabemos todo. Y la seguridad de los pequeños en lo digital se puede lograr de una manera más amable, más amorosa.