Al respecto, en agosto, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) expresó su preocupación por la nueva práctica de Estados Unidos de trasladar en avión hacia el sur de México a personas solicitantes de asilo en virtud de esa orden de salud pública estadounidense.
En entrevista, Sofía Cardona, asociada senior de Protección en ACNUR México, manifiesta que se debe garantizar el acceso a un procedimiento y no devolver ni a su propio país, ni a un país de donde potencialmente sea devuelto a su vez.
La violencia también fue el motivo por el cual María, de 20 años, dejó su natal Guatemala acompañada de su prima de 16.
“Siempre que salía a la calle y me encontraba con él me amenazaba. Vivía cerca de la casa […] quería que me casara con él, decía que no le dijera nada a la policía porque sino iba a matar a mi mamá…”, recuerda en entrevista sobre un integrante de una pandilla guatemalteca.
La joven tardó un mes en llegar a la frontera norte de México. Intentó cruzar a Estados Unidos pero la regresaron a Ciudad Juárez porque no llevaba sus papeles.
Actualmente se resguarda en un albergue sin su prima; las separaron. Espera que abran la frontera.
Quiere trabajar para pagar las medicinas de su mamá, quien tiene diabetes, y ayudar a sus cinco hermanos. “A lo mejor se recupera todavía […] quiero sacar adelante a mi familia, nosotros somos pobres, no tenemos casa, tengo de meta hacerle una casita, aunque no sea tan grande”, afirma.
Precisamente las dificultades económicas orillaron a Carolina a salir de Guatemala. Tiene 22 años y se desplazó para pagar una operación de hernia para su madre y la deuda de su padre fallecido, la cual suma más de 200 mil quetzales, que superan el medio millón de pesos mexicanos.
“La intención de salir de allá es luchar por mi mamá y después comprarle un sitio para construirle una casita, por lo menos, y ya cumpliendo con eso me regreso con ella”, asegura en entrevista.
Carolina caminó cinco horas para llegar al muro fronterizo entre México y Estados Unidos y otras cinco horas para llegar a un lugar donde iban a recoger a los migrantes que querían cruzarlo, pero fue deportada.
“Ya estábamos ahí…. y aparece la migración y nos deporta. Yo ya no podía seguir porque me caí del muro, no podía seguir viajando […] no me sentía bien porque tenía la pierna fracturada, me alejé de los muchachos”, expresa.
Un hombre que la vio lastimada se ofreció a llevarla al albergue en donde se está recuperando. Lleva tres meses en Juárez pero está preocupada porque mientras el tiempo avanza la deuda aumenta. “Me siento triste, con mucha depresión, ¿cómo salir de aquí y cómo pagar la deuda?”, se pregunta.