La directiva explica que hay episodios que detonan más el sentimiento de culpa, como cuando su hija le preguntaba por qué no iba a recogerla a la escuela “como las otras mamás”. Y esos momentos, afirma, no se olvidan pues en su caso tiene un presente el momento en que su hija caminó por primera vez estaba tomando una junta en su oficina.
Karina Santana, directora de Ventas de una empresa de uniformes, afirma que antes de ser madre nunca sintió culpa de las decisiones que tomó respecto a su formación profesional y desarrollo personal, por el contrario, se sentía orgullosa de su ambición y perseverancia. No obstante, como madre al inicio sintió culpa por no haber dedicado tiempo suficiente a sus hijos.
“Cuando los niños me empezaron a cuestionar por qué eran los últimos en irse de la escuela sí me sentí muy culpable, porque con todo y que les pagábamos una estancia adicional al horario de clases, llegaba casi de noche por ellos”, cuenta.
Margarita Robles, directora de Nasci Comunicación, comparte que comenzó a sentir culpa sólo a partir de que se convirtió en mamá, más cuando vio que una amiga suya (que fue mamá en el mismo periodo) decidió dejar de trabajar para dedicarse a la crianza.
“Hasta me cuestioné si era justo que adoptara a mi hija si no iba a dejar de trabajar, porque eso nunca pasó por mi cabeza”, recuerda luego de que otras mujeres, sin intención, la hicieran sentir mal por cuestionar sus decisiones de trabajo o de vida.
Santana, por su parte, atribuye que este sentimiento existe porque éste siempre ha sido inculcado como parte de la idiosincrasia mexicana, sobre todo porque antes no era común que las mujeres trabajaran o que hicieran posgrados. Incluso al día de hoy, afirma, las empresas siguen cuestionando a las mujeres cómo van a arreglar su vida personal para poder cumplir con un incremento de responsabilidades laborales.