En entrevista, Zanella detalla su propuesta para que líderes, tanto en el sector privado como público, comiencen a realizar cambios que favorezcan a toda la fuerza laboral, no sólo a las mujeres.
Expansión Mujeres: ¿Por qué las habilidades blandas se consideran inherentemente femeninas? ¿No contribuye a los estereotipos de género?
SZ: Hay una cosa en la que líderes coinciden: el tecnicismo y el conocimiento se pueden aprender y frecuentemente se dan por sentado. Sin embargo, las destrezas reales que se utilizarán para afrontar el futuro del trabajo son aquellas que se conocen como habilidades blandas, también conocidas como habilidades humanas. Es decir, actitudes propiamente humanas, difíciles de replicar por máquinas como, por ejemplo, tener predisposición para la resolución de problemas o sostener comunicación precisa con múltiples interlocutores, demostrar capacidad para trabajar en equipo, enfocarse en el cuidado de la comunicación interpersonal. También será útil para impulsar brotes de creatividad, soltura para la negociación, una gestión adecuada de las expectativas de los demás, generar confianza entre el resto de los colaboradores y crear un espacio seguro para compartir. Estos son los activos de la empresa del futuro y técnicamente las características que han sido reconocidas por la literatura gerencial, de negocios y liderazgo en mayor medida a las mujeres.
Actualmente, los equipos buscan aptitudes complementarias o enteramente diferentes a las que han aprovechado hasta ahora, que después de una conversación mundial sobre derechos están demostrando ser cada vez más ineficaces en la gestión del negocio. Estas habilidades han sido universalmente explotadas más por las mujeres que por los hombres. Sin embargo, de ninguna manera se deben atribuir a un género u otro.
E: ¿Cómo podría lo que denominas como 'trabajo inteligente' ayudar a mejorar la remuneración y las condiciones laborales de las mujeres?
SZ: El trabajo inteligente es aquel que prioriza la flexibilidad sobre la presencialidad obligatoria. Y esto podría cambiar las reglas del juego, al permitir flexibilidad tanto a hombres como a mujeres para que el trabajo en el hogar se divida de una manera más equilibrada, lo que también conducirá a una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral y posiblemente a mejores condiciones laborales.