"No escribimos el libro para que las mujeres se sintieran víctimas. Como mujer, no deberías tener ese peso encima de que también es tu responsabilidad resolverlo. Sin embargo, ahora estamos en un momento de coyuntura, en el que podemos ver que vinimos de una sociedad patriarcal y estamos en una época de cambio”, afirma Élisabeth Cadoche, quien es periodista y autora de otros libros como 'El ombligo' (2014).
Como no es posible combatir un estructura de forma individual, es posible que cada mujer -sola u acompañada- aprenda a vivir con las ventajas que tiene identificar el síndrome y vivir con él, no a pesar de él.
Anne de Montarlot, psicoterapeuta y novelista, considera que uno de los beneficios de hablar sobre el tema es que las mujeres ya no se sienten solas. Además, afirma que, cuando se empieza a reflexionar al respecto, es posible conocer limitantes en tus aptitudes y, por tanto, fortalecer esas áreas.
“Hablar del tema genera una comprensión del tema. Además, entiendes que eso tiene solución y por tanto te sientes menos avergonzada”, sostiene.
Cadoche afirma que el síndrome de la impostora no hace distinción entre edad o actividad a la que se dediquen, ni de currículo ni metas en la vida. Recuerda que la mayoría de sus amigas, cuando le platicaban que iniciarían un nuevo proyecto, siempre aseguraban no estar a la altura. Por eso, cree que este trabajo también surgió como una catarsis para ella y su compañera.
“Creo que en general nos ayudamos, porque a las mujeres en la sociedad no se las toma en serio. Nosotras tenemos muchas habilidades en muchos ámbitos. Pero incluso cuando tienes confianza, tienes una vocecita que te molesta y te cuestiona si eres capaz. En cambio, los hombres ya están ahí, tienen confianza. Pero nosotras estamos en la ambivalencia entre tener confianza y sentirnos impostoras”, dice.