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Aprender a vivir con el síndrome de la impostora

Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot analizan en el libro 'El Síndrome de la impostora. ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?' cómo avanzar a pesar de las dudas en una misma.
mar 19 octubre 2021 05:05 AM
Aprender a vivir con el síndrome del la impostora es una opción
Aprender a vivir con el síndrome del la impostora es una opción

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que la gente se siente incapaz de asimilar sus logros, lo que le provoca un miedo persistente a ser 'descubierto' como un fraude. Por su propia naturaleza, nunca desaparece, pero sí puede trabajarse y que forme parte del desarrollo integral de una persona.

El término fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978, cuando publicaron su texto 'The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and therapeutic intervention'. Y, conforme mayor fue su incorporación al mercado laboral, más mujeres lo sufrían.

En este contexto surgió el libro 'El Síndrome de la impostora. ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?', que escribieron Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot bajo el sello de editorial Planeta.

En entrevista con Expansión Mujeres, comparten que durante el desarrollo de este libro descubrieron que el síndrome es un problema multifacético, pese a que no es reconocido oficialmente como una condición médica. Asimismo, lo reconocen como un conflicto estructural que pone en evidencia las exigencias que existen en el mercado laboral y cómo éstas se potencian cuando se trate de que las mujeres prueben su valía o la de su trabajo.

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"No escribimos el libro para que las mujeres se sintieran víctimas. Como mujer, no deberías tener ese peso encima de que también es tu responsabilidad resolverlo. Sin embargo, ahora estamos en un momento de coyuntura, en el que podemos ver que vinimos de una sociedad patriarcal y estamos en una época de cambio”, afirma Élisabeth Cadoche, quien es periodista y autora de otros libros como 'El ombligo' (2014).

Como no es posible combatir un estructura de forma individual, es posible que cada mujer -sola u acompañada- aprenda a vivir con las ventajas que tiene identificar el síndrome y vivir con él, no a pesar de él.

Anne de Montarlot, psicoterapeuta y novelista, considera que uno de los beneficios de hablar sobre el tema es que las mujeres ya no se sienten solas. Además, afirma que, cuando se empieza a reflexionar al respecto, es posible conocer limitantes en tus aptitudes y, por tanto, fortalecer esas áreas.

“Hablar del tema genera una comprensión del tema. Además, entiendes que eso tiene solución y por tanto te sientes menos avergonzada”, sostiene.

Cadoche afirma que el síndrome de la impostora no hace distinción entre edad o actividad a la que se dediquen, ni de currículo ni metas en la vida. Recuerda que la mayoría de sus amigas, cuando le platicaban que iniciarían un nuevo proyecto, siempre aseguraban no estar a la altura. Por eso, cree que este trabajo también surgió como una catarsis para ella y su compañera.

“Creo que en general nos ayudamos, porque a las mujeres en la sociedad no se las toma en serio. Nosotras tenemos muchas habilidades en muchos ámbitos. Pero incluso cuando tienes confianza, tienes una vocecita que te molesta y te cuestiona si eres capaz. En cambio, los hombres ya están ahí, tienen confianza. Pero nosotras estamos en la ambivalencia entre tener confianza y sentirnos impostoras”, dice.

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¿Cómo sé si tengo el síndrome del impostor y qué hago?

De Montarlot señala que el síndrome de la impostora se puede explicar como lo que cualquier persona puede identificar como “una sencilla falta de confianza”. Pero para ella, va más allá, en tanto que no sólo no tienes confianza en ti misma, sino que genuinamente una mujer considera que no merece estar en donde está, ni poseer lo que posee ni recibir lo que recibe.

“Intelectualmente sabes que lo puedes hacer bien, pero también puedes tener dudas y ansiedad que te hacen dudar de toda tu capacidad. Todo lo que sabes de ti no sirve. Te hace detener tus aspiraciones. El síndrome de la impostora te dice ‘¿soy legítima?’, ‘¿lo merezco?’. Es como una gran goma que borra todo”, dice.

El primer paso para aprender a vivir con dudas y errores propios es entender que el camino está construido, precisamente, con pequeños pasos. Cadoche recomienda, por ejemplo, que si una mujer siente que no es suficientemente buena para hablar frente a mucha gente, empiece por buscar hacerlo frente a una audiencia más pequeña; poco a poco puede ir aumentando al público, hasta que se sienta natural.

También afirma que es aconsejable rodearse de gente y recursos como películas o libros que hagan sentir a las mujeres en un espacio seguro para aprender.

En su caso, le fue útil registrar sus éxitos, sin importar qué tan grandes sean, en un cuaderno.

“Trabaja poco a poco, empieza a anotar tus éxitos en un cuaderno o en un diario y, cuando escribas todo lo que has hecho, todos tus éxitos, entonces tal vez puedes tomar conciencia de que sí puedes”, afirma.

Para De Montarlot, es primordial comprender que las mujeres no tienen que complacer a todo el mundo. Para ello, sostiene, es necesario conocerse a sí misma, los valores, creencias y limitantes.

Además, apunta que la diferencia entre hombres y mujeres respecto al nivel de confianza que podemos tener es cómo la sociedad fue educada. “Cuando eres hombre, te criaron para invitar a salir a una muchacha, proveer para la familia. Como mujeres, te enseñaron a complacer, a ser buena niña, buena mujer. Tenemos que pensar que no somos el producto de lo que piensan de nosotras y confiar en el proceso".

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