El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que la gente se siente incapaz de asimilar sus logros, lo que le provoca un miedo persistente a ser 'descubierto' como un fraude. Por su propia naturaleza, nunca desaparece, pero sí puede trabajarse y que forme parte del desarrollo integral de una persona.
El término fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978, cuando publicaron su texto 'The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and therapeutic intervention'. Y, conforme mayor fue su incorporación al mercado laboral, más mujeres lo sufrían.
En este contexto surgió el libro 'El Síndrome de la impostora. ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?', que escribieron Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot bajo el sello de editorial Planeta.
En entrevista con Expansión Mujeres, comparten que durante el desarrollo de este libro descubrieron que el síndrome es un problema multifacético, pese a que no es reconocido oficialmente como una condición médica. Asimismo, lo reconocen como un conflicto estructural que pone en evidencia las exigencias que existen en el mercado laboral y cómo éstas se potencian cuando se trate de que las mujeres prueben su valía o la de su trabajo.