Alejandra Marroquín, experta y consultora en presencia ejecutiva desde hace 10 años, explica que cuando inició a ofrecer sus servicios por cuenta propia tuvo que seguir capacitándose en la materia, pero también aprender sobre otros campos que antes desconocía: como ser headhunter, sobre impuestos, de administración, de finanzas y sobre todo, de negociación.
“En medio de ese aprendizaje una vez me tocó un cliente que me hizo ver cómo cambiaba la jugada por no saber todo lo que tenía que saber en una negociación. Ya le había entregado el proyecto por el cual me contrató y cuando voy viendo el pago resulta que es menos de lo que habíamos acordado, entonces cuando le preguntó qué sucedió él me responde muy cierto ‘es que no me negociaste los impuestos’. Y al principio no supe ni qué decir”, explica.
Cuando una mujer decide emprender o cuando busca crecimiento profesional dentro de una organización tiene que considerar sus condiciones, pero también cómo llega la otra parte.
“Aunque me decepcionó mucho no haber sabido que tenía que negociar los impuestos antes de cobrar, en lugar de lamentarme o peor, de cancelar la relación con ese cliente, decidí tener una junta con mi contador y con él para sentarnos a pensar en una solución. Al final los dos llegamos a una cifra intermedia y yo conservé un cliente que trabajó conmigo por mucho tiempo”.
Marroquín considera que en ese momento tuvo que pensar en varias opciones, con la cabeza fría, para decidir lo mejor para su proyecto, y en ese caso, lo mejor era pensar a largo plazo, sostiene.
“Quizá hace cinco años no hubiera tenido la templanza para pensar a futuro y lo hubiera mandado a volar por haber hecho algo que consideraba que no cumplía con nuestro acuerdo, pero pude asumir que mi responsabilidad es seguir aprendiendo y seguir teniendo la capacidad de ver más allá de la inmediatez”, dice.