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El ojo morado de la ex primera dama argentina (y el de las mujeres del mundo)

Por situaciones como la de Fabiola Yañez, en México, según la ONU, en 2023 sólo 1 de cada 10 mujeres hizo una denuncia formal de violencia de género.
lun 12 agosto 2024 06:03 AM
El oro morado de la ex primera dama argentina
Fabiola Yáñez, expareja de Alberto Fernández, presentó una denuncia en contra del político por violencia de género.

Ella tiene un ojo morado y un brazo destrozado. Quedó así después de que él la golpeara durante tres días seguidos. Aunque su caso no es el único -según la OMS, son alrededor de 657,534 las mujeres que sufren de violencia de género físico, sexual y emocional en el mundo por día-, este sí tiene una altísima cobertura mediática y de redes sociales, y por eso, toma carácter de especial.

La fotografía que circula por millones de celulares del planeta es la de Fabiola Yañez, quien fue la esposa del ex presidente de Argentina, Alberto Fernández. Y la denuncia es precisamente contra él. Afirma que los hechos sucedieron durante su mandato, y que aunque intentó denunciar varias veces, no fue escuchada y mucho menos respaldada.

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Si bien este caso sucedió en otro país- del que soy originaria-, replica en toda la lucha por los derechos de las mujeres de todos los países, incluido México, donde todos los días mueren 7 mujeres por feminicidio.

Nos impacta no sólo por la dimensión de la gravedad que tiene este caso, viniendo de la mano de alguien que llegó a tener el máximo poder posible para decidir el destino y las políticas públicas de todo el país durante cuatro años, sino porque refleja una de las situaciones más graves y dolorosas detrás de las cifras de violencia de género: ella, al igual que las millones de mujeres que sufren violencias como esta, no fue sostenida por su entorno ni por los organismos oficiales que deberían hacerlo, sino criticada por los mismos organismos legales representantes de la Mujer cuando quiso denunciar y luego, ante el temor de las represalias, dejó de hacerlo.

Por situaciones como la de ella, en México, según la ONU, en 2023 sólo 1 de cada 10 mujeres hizo una denuncia formal de violencia de género, aunque estudios del Inegi hayan revelado que más del 60% de las mujeres reconoce haber sufrido violencia física, emocional y/o sexual al menos una vez a lo largo de tu vida.

El caso de Fabiola pone en la agenda del mundo lo que millones de mujeres viven por día, y la enorme cantidad de obstáculos por parte del sistema educativo, de salud, y de toda la sociedad que le impiden poder tener el acceso a la justicia que cualquier ser humano merece, sin importar género, raza, religión, edad, origen, ante una situación de vulneración absoluta de sus derechos como ser humano.

Y nos recuerda que la impunidad es un muro humano que se construye desde el poder político hacia la sociedad, pero no se sostiene solo, sino por todos y cada una de ellas cada vez que deciden por acción u omisión desproteger a quienes necesitan poder saber que tienen derecho a pedir ayuda. Y que, a cambio de ese acto de valentía, tendrán la garantía de recibirla.

Para lograrlo, hay que empezar por la creación y el fortalecimiento de normativas que aseguren la protección inmediata de las víctimas, evitando la revictimización, y que impongan sanciones ejemplares para los agresores, con un seguimiento constante para prevenir represalias.

Las escuelas juegan un papel central en este cambio: deben transformarse en espacios donde se enseñe la igualdad de género y el respeto de manera integral, combatiendo las actitudes machistas desde la raíz, así como las familias tienen la responsabilidad de ser el primer bastión contra la violencia, inculcando valores de respeto y equidad desde el hogar.

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Estos esfuerzos, sin embargo, serán insuficientes sin un sistema de justicia que trate las denuncias de violencia de género con la seriedad y rapidez que merecen, que elimine cualquier obstáculo que revictimice a las mujeres y garantice un acceso equitativo a la justicia y sin barreras.

El gobierno nacional -ahora con una mujer presidenta- será quien deba responsabilizarse de que todos los tanques de guerra presupuestarios, culturales, legales, educativos y simbólicos apunten ahí con todos sus cañones. Porque si: esta es una batalla, y no se ganará jamás sin una postura concreta y clara por parte del Estado de lo deseado, lo permitido y lo que se debe castigar y será castigado.

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Nota del editor: Milagros Oreja es periodista y consultora egresada de la Universidad de Buenos Aires, con especialización en comunicación en Impacto Social en la Universidad de Georgetown. Desde abril de 2024 se desempeña como Editora de Expansión Mujeres. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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