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'Love for free': mamás trabajan más en cuidados, pero no les pagan por ello

Sin duda existe una economía de los cuidados que no es reconocida, no es cosa de aplaudirse un día.
vie 10 mayo 2024 06:06 AM
El lado feo del Día de las Madres: Cómo la desigualdad y la falta de educación impiden celebrarlo
Las madres malabarean más tiempo tareas de cuidado y del hogar, a diferencia de lo que invierten los hombres a estos quehaceres, hay una disyuntiva: las mujeres se incorporan al mercado laboral, sin que el lado masculino haga lo propio, señala Samantha Nolasco.

Muchas mamás no me dejarán mentir. En el trajín de todos los días la verdad es que adoras a tu cría, la acompañas todos los días a pesar de todo y de todos, la observas crecer y ríes y lloras por ese inmenso amor que te atraviesa y te despedaza, te hace aprender y desaprender todo el tiempo, y aún más, a acompañar.

Hoy volví al escritorio que ocupé por un tiempo mientras trabajaba a distancia por la pandemia y daba a luz a mi primer hijo. Es muy grande la nostalgia, y eso no significa que sea una emoción negativa; porque vienen a mí momentos de suma alegría en la relación con mi hijo de dos años; y viviré siempre agradecida por eso.

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Pero también no me dejarán mentir que más de una cosa cambia cuando te conviertes en madre, en mi caso como periodista (en un contexto complicado como el de México) y además siendo de origen indígena, también ves cómo otros esquemas de tu vida (que te había costado trabajo construir a lo largo de tu vida, por decir menos, la carrera profesional) llegan a caerse a pedazos.

Y aunque no voy a negar la visibilidad que ya se da al tema, sobre todo con el nuevo Premio Nobel de Economía otorgado a Claudia Goldin , por sus estudios enfocados a los trabajos de las mujeres y el mercado laboral, en donde la estadounidense explica la brecha salarial entre mujeres y hombres por motivos educativos y el nacimiento del primer hijo, vivir la desigualdad de los cuidados es apabullante.

Con esto no quiero decir que los hombres no cuidan, sí lo hacen, pero tan exprimidos de sus rutinas laborales -en México de las más largas y con negativa a reducirla a 40 horas-, poca energía les queda para hacer labores de cuidado. Sin embargo, las mujeres trabajadoras y madres al mismo tiempo no tienen otro remedio que asumir también esa responsabilidad, muchas veces sin remuneración económica.

He aquí una ausencia de figuras dentro de la sociedad que ayuden a las madres a acortar estas desigualdades que nos tienen más empobrecidas, con menos derechos y con menos visibilidad en el mundo lógico; el que sí importa, y que está tan lejos de los cuidados, que por lo contrario debería ser un eje primordial dentro de la formación de nuevas generaciones y realidades de bienestar futuras.

Algo de esto me lleva a pensar sobre la contienda electoral de estos momentos, en donde hay dos candidatas a la Presidencia de México (hecho inédito en un país en el que culturalmente el machismo y la discriminación son añadidura al sentido común y el orden establecido). Sin embargo su actuación tan acartonada es semejante a las mismas promesas de campaña que se hacen en esta época y que no terminan de cuajar en hechos, porque precisamente temáticas como la aquí expuesta, que parecieran “feminizar” la agenda pública de derechos para dar con propuestas claras y transformar la vida de millones de madres y por ende la economía entera de un país con una filosofía diferente; en la que el trabajo no pagado sostiene muchas otras actividades económicas, esta materia no parece estar en el radar real de las candidatas, olvidándose así tal vez, de su propia condición como mujeres.

Sin duda existe una economía de los cuidados que no es reconocida, no es cosa de aplaudirse un día. Las madres malabarean más tiempo tareas de cuidado y del hogar, a diferencia de lo que invierten los hombres a estos quehaceres, hay una disyuntiva: las mujeres se incorporan al mercado laboral, sin que el lado masculino haga lo propio y se adentre de la misma forma a las tareas de cuidado. Lo que supone una desventaja para las mujeres tener que cumplir con ambas tareas de acuerdo a su rol de clase y de género.

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La reflexión que me acompañará el resto del mes y posiblemente los futuros años es que ser madre, sí es un regalo; porque entre sus bondades te hace llegar a un nivel de crítica más profundo, te hace cuestionar el tejido social en el que se es una nueva madre, asumiendo la propia maternidad con las herramientas disponibles (que posiblemente nuestras abuelas no tuvieron), pero cuyos sinsabores también padecieron, y que ahora se están repensando colectivamente; temas acerca de la crianza y labores de cuidado, cuidado del medio ambiente y de la fauna.

Así que este 10 de mayo, por favor, no le regales a la mami de tu confianza algo para que trabaje más, para que lo haga mejor, o más fácil, o que le recuerde y le festeje un papel que no es disfrutable (aunque muchas digan que sí lo es), el mejor regalo a mi parecer, (yo una madre que apenas se aventura en el bote salvavidas de la maternidad) es un tiempo libre. Un tiempo libre de hacer ese trabajo que ellas asumen sin queja, que a todos reconforta, pero que nadie les recompensa.

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Nota del editor: Samantha Nolasco es periodista egresada de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, de la primera generación del Diplomado de periodismo de Investigación del CIDE, y tallerista con el director de documental Everardo González y el periodista Rafael Cabrera. Su trabajo periodístico como reportera de investigación y editora se ha publicado para LADO B, El Heraldo de México, El Universal, Revista Chilango y El Economista. Síguela en Instagram . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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