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"La Agenda 2030 feminista y la autonomía financiera son nuestros grandes retos"

El enfoque de Citlalli Hernández para la nueva Secretaría de la Mujer incluye la unidad de los feminismos a través de alfabetización, trabajo y la mirada de género en todas las acciones de gobierno.
mié 11 septiembre 2024 03:13 PM
En octubre, Citlalli Hernández asumirá la histórica tarea de dirigir la primera Secretaría de la Mujer en México.
En octubre, Citlalli Hernández asumirá la histórica tarea de dirigir la primera Secretaría de la Mujer en México.

En octubre, Citlalli Hernández asumirá la histórica tarea de dirigir la primera Secretaría de la Mujer en México. Este nuevo organismo gubernamental nace en un momento crítico para el país, donde los derechos de las mujeres se encuentran profundamente dañados: tan sólo en julio de 2024, se reportaron 62 feminicidios en México, elevando el total a 463 asesinatos de mujeres por razones de género durante los primeros siete meses del año, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Según los datos más recientes de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del INEGI 2023, 7 de cada 10 mujeres mayores de 15 años han sido víctimas de algún tipo de violencia, incluyendo violencia física, emocional, económica, sexual y digital.

Pero la violencia no es sólo física y emocional: también es económica. En el pais, las mujeres se encuentran 12.1 puntos porcentuales por debajo de los hombres en la tenencia de productos financiero y por cada 100 pesos que recibe un hombre como paga por su empleo, una mujer percibe 84 pesos.

Además, el ingreso promedio de las mujeres cae casi 50% cuando están en la informalidad, de acuerdo con datos del IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad) basados en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi.

Esto limita severamente sus posibilidades de emprender o de tomar decisiones económicas independientes, perpetuando el ciclo de la violencia en sus hogares.

“En México sobran leyes que protejan a las mujeres, pero se quedan sólo en el papel. Debemos asegurarnos que en estos próximos 6 años, logremos que se implementen de manera efectiva y que realmente transformen las condiciones de vida de millones de mujeres que hoy sufren violencias, desde las más urbanas hasta las más vulnerables en zonas rurales”, dice Hernández.

En esta entrevista, y a un mes de asumir su cargo, profundiza sobre su mirada en lo que será el organismo más enfocado de todo el gobierno en resolver los -enormes- problemas que hoy caen sobre las mujeres en el país.

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¿Cuándo y cómo apareció el activismo en tu vida?

Mi primer contacto con el activismo fue cuando tenía 14 años. En ese entonces, vivía en un hogar donde la política era un tema de conversación constante. Mis padres no eran políticos de carrera, pero siempre estuvieron informados sobre lo que sucedía en el país y discutíamos abiertamente temas políticos y sociales. Fue en este contexto que viví el intento de desafuero de Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno de la Ciudad de México, un episodio que marcó profundamente mi adolescencia.

Recuerdo con mucha claridad cómo, en casa, discutíamos sobre la injusticia de ese proceso, y fue la primera vez que sentí que la política no era algo lejano, sino algo que afectaba directamente nuestras vidas. Fue en ese momento cuando decidí que quería ser parte del cambio. Originalmente, pensé que sería periodista, porque veía el periodismo como una herramienta para denunciar injusticias y promover cambios sociales. Sin embargo, con el tiempo, me di cuenta de que mi vocación estaba en la política, porque entendí que, para generar un cambio estructural, no bastaba con denunciar; había que estar dentro de las instituciones donde se toman las decisiones.

Participé en numerosas marchas y movimientos durante esos años, desde manifestaciones por los derechos de las víctimas de la guardería ABC hasta protestas contra los feminicidios y por los derechos laborales de los trabajadores despedidos de Luz y Fuerza. Sin embargo, aunque estas marchas y protestas generaban mucha energía y adrenalina, también me causaban una profunda frustración porque muchas veces sentía que, a pesar de nuestras voces y nuestras consignas, las cosas no cambiaban.

Esa frustración fue lo que me llevó a entrar de lleno en la política. Entendí que, si bien es fundamental alzar la voz y movilizarse, también es esencial trabajar desde las instituciones para que las demandas sociales se traduzcan en políticas públicas efectivas. Fue entonces cuando decidí unirme a Morena y empezar mi carrera política con un enfoque claro: luchar por un México más justo e igualitario, donde las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres y donde la violencia de género no sea tolerada.

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La violencia de género sigue siendo uno de los problemas más graves en México, con cifras alarmantes que indican que más del 70% de las mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia. ¿Cómo piensas enfrentar este desafío desde la Secretaría de la Mujer?

La violencia de género es un problema estructural en México que afecta a millones de mujeres, independientemente de su clase social o lugar de residencia. Sin embargo, las mujeres más vulnerables, como aquellas que viven en zonas rurales o que pertenecen a comunidades indígenas, enfrentan una violencia aún más intensa y tienen menos acceso a los sistemas de justicia.

Desde la Secretaría de la Mujer, mi objetivo es abordar la violencia de género desde dos frentes: la prevención y la justicia. En cuanto a la prevención, planeo impulsar campañas de concienciación y educación para que las personas entiendan que la violencia de género no solo es un problema de las mujeres, sino de toda la sociedad. Vamos a trabajar con medios de comunicación, escuelas y empresas para promover una cultura de respeto e igualdad, y para erradicar las creencias y actitudes que perpetúan la violencia.

En cuanto a la justicia, vamos a asegurarnos de que las mujeres que ya han sido víctimas de violencia encuentren el apoyo y la protección que necesitan. Esto incluye garantizar que las fiscalías investiguen adecuadamente los casos de violencia de género y feminicidios, y que los responsables sean llevados ante la justicia. Para ello, será crucial mejorar la coordinación entre las fiscalías y las autoridades locales, y trabajar estrechamente con las secretarías de mujeres de los estados, que deben estar presentes en las mesas de seguridad y paz. No podemos seguir permitiendo que la impunidad prevalezca en los casos de violencia contra las mujeres.

Un aspecto clave de este enfoque será incluir a las secretarías de mujeres en las decisiones de seguridad pública. Es fundamental que las políticas de seguridad se diseñen e implementen con una perspectiva de género, porque solo así podremos visibilizar y combatir la violencia que enfrentan las mujeres a diario, tanto en sus hogares como en el espacio público.

Has hablado sobre la importancia de un feminismo interseccional que incluya a todas las mujeres. ¿Cómo planeas integrar esta visión en las políticas públicas de la Secretaría?

El feminismo interseccional es fundamental porque reconoce que no todas las mujeres enfrentan las mismas barreras ni viven las mismas experiencias. En México, una mujer indígena de Chiapas no enfrenta los mismos desafíos que una mujer de la clase media en la Ciudad de México, y tampoco tiene las mismas oportunidades que una mujer trabajadora en una maquila en la frontera. Estas diferencias son esenciales, y si no las tomamos en cuenta, nuestras políticas públicas no serán efectivas.

Mi enfoque en la Secretaría de la Mujer será diseñar políticas públicas que respondan a la diversidad de las mujeres mexicanas. Esto significa escuchar a las mujeres de todas las regiones y comunidades del país, y asegurarnos de que sus voces sean representadas en las decisiones que tomemos. Quiero asegurarme de que nuestras políticas no impongan un modelo único de feminismo, sino que reflejen la pluralidad de experiencias y necesidades de las mujeres en México.

Por ejemplo, en las zonas rurales, las mujeres tienen menos acceso a servicios de salud, educación y justicia, y es ahí donde debemos concentrar nuestros esfuerzos. Vamos a trabajar en la creación de redes de apoyo comunitario que permitan a estas mujeres acceder a la información sobre sus derechos y a los servicios que necesitan, como asistencia legal y psicológica. También vamos a impulsar programas de desarrollo económico que generen empleo para las mujeres en estas zonas, porque sabemos que la autonomía económica es clave para que puedan salir de situaciones de violencia y mejorar su calidad de vida.

Asimismo, vamos a poner un enfoque especial en las mujeres indígenas y afrodescendientes, que históricamente han sido marginadas en nuestras políticas públicas. Queremos asegurarnos de que tengan acceso a los mismos derechos y oportunidades que cualquier otra mujer en México, y para ello trabajaremos en estrecha colaboración con las comunidades locales y con las organizaciones que ya están haciendo un trabajo importante en este sentido.

La autonomía económica es un factor clave para el empoderamiento de las mujeres. ¿Qué planes tienes para abordar esta falta de inclusión financiera y económica?

La autonomía económica es fundamental porque es la base sobre la cual se construyen los demás derechos. Sin independencia económica, las mujeres no pueden tomar decisiones sobre su vida, ni salir de situaciones de violencia o abuso. En México, la brecha de género en el acceso a empleos formales y a productos financieros es enorme, y esto limita las oportunidades de las mujeres para desarrollarse y mejorar su calidad de vida.

Desde la Secretaría de la Mujer, vamos a impulsar varios programas para mejorar la inclusión financiera y económica de las mujeres. Primero, vamos a asegurarnos de que todos los proyectos de infraestructura y desarrollo económico que impulse el gobierno incluyan un porcentaje de empleo para mujeres. No podemos seguir permitiendo que las mujeres sean excluidas de los sectores clave de la economía. Queremos que las mujeres participen activamente en la construcción, la tecnología, el transporte, y otros sectores que tradicionalmente han sido dominados por hombres.

Además, vamos a trabajar en colaboración con el sector financiero para crear productos específicos para mujeres, especialmente para aquellas que viven en zonas rurales o que pertenecen a comunidades marginadas. Esto incluye facilitar el acceso a cuentas de ahorro, créditos y seguros, que son fundamentales para que las mujeres puedan emprender, ahorrar y gestionar su vida financiera de manera independiente.

También vamos a implementar programas de capacitación para que las mujeres puedan adquirir las habilidades necesarias para integrarse en el mercado laboral formal. Queremos que las mujeres tengan acceso a empleos dignos y bien remunerados, que les permitan tener estabilidad económica y mejorar su calidad de vida. Esto es especialmente importante para las mujeres en situación de pobreza, que muchas veces no tienen acceso a la educación ni a las oportunidades laborales que necesitan para salir adelante.

Has mencionado la creación de un sistema público de cuidados como una de tus principales prioridades. ¿Cómo crees que este sistema podría transformar la vida de las mujeres y cuáles son los primeros pasos para implementarlo?

El cuidado no remunerado es uno de los mayores desafíos que enfrentan las mujeres en México. Según datos recientes del INEGI, las mujeres dedican casi el triple de tiempo que los hombres a actividades de cuidado y trabajo doméstico no remunerado. Esto limita su capacidad para trabajar fuera de casa y participar plenamente en la vida pública, perpetuando así la desigualdad de género.

El sistema público de cuidados que queremos implementar tiene como objetivo aliviar esta carga para las mujeres y permitirles participar de manera más plena en la vida económica y social del país. Sabemos que este es un proyecto ambicioso, y que no se logrará de la noche a la mañana, pero ya estamos trabajando en los primeros pasos. Queremos empezar por crear una red de servicios de cuidado que incluya guarderías públicas, centros de día para personas mayores y servicios de cuidado para personas con discapacidad. Estos centros se ubicarán en zonas estratégicas, comenzando por las áreas más vulnerables del país, donde las mujeres tienen menos acceso a estos servicios.

El impacto de este sistema sería enorme. No solo permitiría a las mujeres salir a trabajar con la tranquilidad de que sus familiares están siendo bien atendidos, sino que también generaría empleo para otras mujeres, ya que la mayoría de los trabajos en el sector de cuidados son ocupados por mujeres. De esta manera, no solo estaríamos ayudando a las mujeres que utilizan los servicios de cuidado, sino también a las mujeres que trabajan en esos centros, dándoles empleos dignos y bien remunerados.

Este sistema público de cuidados sería transformador para la vida de las mujeres mexicanas, porque les daría la libertad de trabajar, estudiar o participar en la vida pública sin la carga desproporcionada del trabajo de cuidados no remunerado. Además, contribuiría a cerrar las brechas de género en el mercado laboral, permitiendo que más mujeres tengan acceso a empleos formales y bien remunerados.

Sobre la necesidad de una Agenda 2030 feminista que unifique a las distintas corrientes feministas del país. ¿Cómo piensas lograr esa unidad y qué papel jugaría esta agenda en la política pública?

Uno de los grandes retos del feminismo en México es que, a veces, nos centramos más en nuestras diferencias que en lo que nos une. Durante el sexenio que está por terminar, vimos avances importantes en la agenda feminista, pero también hubo desencuentros entre las feministas del oficialismo y las feministas que están en la academia o en los movimientos sociales. Creo que es fundamental que empecemos a trabajar juntas y a construir una agenda común que nos permita avanzar en los derechos de todas las mujeres.

La Agenda 2030 feminista que propongo tiene como objetivo reunir a las diferentes corrientes feministas en torno a objetivos concretos, como la autonomía económica, la reducción de la violencia de género, el acceso a la salud reproductiva y la participación política de las mujeres. Si logramos un consenso en estos temas, podremos impulsar una transformación real en la vida de las mujeres en México.

Esta agenda no será impuesta desde el gobierno, sino que será el resultado de un diálogo abierto y participativo con las feministas de todos los sectores. Queremos que las mujeres indígenas, afrodescendientes, rurales y urbanas participen en la creación de esta agenda, y que también se escuchen las voces de las feministas jóvenes que están en las calles, así como las académicas que están investigando estos temas desde las universidades. Solo si trabajamos juntas podremos construir un feminismo inclusivo y representativo, que aborde las necesidades de todas las mujeres en México.

Además, la Agenda 2030 feminista será una herramienta para garantizar que los avances que logremos sean duraderos y sostenibles. No queremos que los derechos de las mujeres sean solo un tema de moda o una prioridad de un gobierno en particular; queremos que se conviertan en un compromiso de largo plazo para todo el país.

Uno de los grandes retos en la lucha por los derechos de las mujeres es el cambio cultural ¿Cómo piensas abordarlo desde la Secretaría de la Mujer?

El cambio cultural es fundamental para erradicar la violencia de género y la desigualdad. Podemos aprobar todas las leyes que queramos, pero si no cambiamos las creencias y actitudes que perpetúan la violencia y la discriminación, el cambio no será completo. Las leyes por sí solas no pueden transformar una sociedad; necesitamos que toda la sociedad participe en este proceso de transformación.

Desde la Secretaría de la Mujer, vamos a trabajar en campañas de concienciación que lleguen a todos los rincones del país. Queremos crear campañas permanentes que aborden temas como el machismo, el respeto hacia las mujeres, y que eduquen tanto a hombres como a mujeres sobre la importancia de la igualdad. Esto incluye trabajar con los medios de comunicación para asegurarnos de que los mensajes que transmiten promuevan una cultura de respeto e igualdad, y no perpetúen los estereotipos de género que han contribuido a la violencia.

Además, vamos a trabajar estrechamente con el sistema educativo para garantizar que desde las primeras etapas de la educación se enseñe a los niños y niñas sobre la igualdad de género, el respeto y la convivencia sana. Queremos que las nuevas generaciones crezcan con una visión diferente, donde hombres y mujeres se vean como iguales y donde la violencia y el acoso no tengan cabida.

El cambio cultural es algo que tomará tiempo, pero estoy convencida de que, si trabajamos juntos como sociedad, podemos lograrlo. No se trata solo de cambiar las leyes, sino de cambiar las mentes y los corazones de las personas para que vivamos en una sociedad más justa, igualitaria y libre de violencia.

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Los 10 puntos clave del plan de Citlalli Hernández

  1. Legalización de la interrupción del embarazo: Sensibilizar a congresos locales y gobernadores para avanzar en la legalización del aborto a nivel nacional, garantizando que todas las mujeres en México tengan acceso a este derecho reproductivo fundamental, independientemente de su lugar de residencia.
  2. Incorporación de las secretarías de mujeres en las mesas de seguridad: Asegurar que las secretarías de mujeres estén presentes en las mesas de seguridad y paz para visibilizar y combatir la violencia de género, con un enfoque especial en los feminicidios.
  3. Justicia para las mujeres: Trabajar en estrecha colaboración con las fiscalías y las autoridades locales para garantizar que los feminicidios y otros crímenes de género se investiguen adecuadamente y se persigan con todo el rigor de la ley, reduciendo la impunidad que prevalece en estos casos.
  4. Perspectiva de género en todas las políticas públicas: Asegurar que los proyectos de infraestructura y desarrollo económico incluyan un porcentaje de empleo para las mujeres, especialmente para aquellas en situaciones de vulnerabilidad, generando empleo digno y bien remunerado.
  5. Feminismo interseccional en la práctica: Reconocer y abordar la diversidad de las mujeres en México, desde las mujeres indígenas y rurales hasta las afrodescendientes y las de la comunidad LGBT+, asegurando que todas ellas se beneficien de las políticas públicas y tengan acceso a la justicia y los servicios del Estado.
  6. Pacto social para el cambio de conductas: Convocar a toda la sociedad, incluidos los medios de comunicación, las cámaras empresariales y los sindicatos, para cambiar las conductas que perpetúan la desigualdad de género y promover una convivencia más igualitaria entre hombres y mujeres.
  7. Sistema público de cuidados: Iniciar la creación de un sistema público de cuidados que ofrezca servicios de cuidado infantil, para personas mayores y con discapacidad, permitiendo que las mujeres se reincorporen al mercado laboral con la tranquilidad de que sus familiares están siendo bien atendidos.
  8. Reducción de la violencia hacia las mujeres: Establecer políticas públicas concretas para reducir la violencia de género y los feminicidios en todo el país, con un enfoque especial en la coordinación entre las fiscalías y las autoridades locales para asegurar que las mujeres encuentren justicia.
  9. Unidad y creación de una Agenda 2030 feminista: Proponer una Agenda 2030 feminista que unifique a las distintas corrientes feministas de México en torno a objetivos comunes y concretos, como la autonomía económica, el acceso a la salud reproductiva y la participación política de las mujeres.
  10. Acción comunitaria y territorial: Crear redes de apoyo entre mujeres en las comunidades locales para que conozcan y exijan sus derechos, formando liderazgos en cada territorio que impulsen cambios a nivel local, especialmente en las zonas más vulnerables del país.

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