La violencia de género sigue siendo uno de los problemas más graves en México, con cifras alarmantes que indican que más del 70% de las mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia. ¿Cómo piensas enfrentar este desafío desde la Secretaría de la Mujer?
La violencia de género es un problema estructural en México que afecta a millones de mujeres, independientemente de su clase social o lugar de residencia. Sin embargo, las mujeres más vulnerables, como aquellas que viven en zonas rurales o que pertenecen a comunidades indígenas, enfrentan una violencia aún más intensa y tienen menos acceso a los sistemas de justicia.
Desde la Secretaría de la Mujer, mi objetivo es abordar la violencia de género desde dos frentes: la prevención y la justicia. En cuanto a la prevención, planeo impulsar campañas de concienciación y educación para que las personas entiendan que la violencia de género no solo es un problema de las mujeres, sino de toda la sociedad. Vamos a trabajar con medios de comunicación, escuelas y empresas para promover una cultura de respeto e igualdad, y para erradicar las creencias y actitudes que perpetúan la violencia.
En cuanto a la justicia, vamos a asegurarnos de que las mujeres que ya han sido víctimas de violencia encuentren el apoyo y la protección que necesitan. Esto incluye garantizar que las fiscalías investiguen adecuadamente los casos de violencia de género y feminicidios, y que los responsables sean llevados ante la justicia. Para ello, será crucial mejorar la coordinación entre las fiscalías y las autoridades locales, y trabajar estrechamente con las secretarías de mujeres de los estados, que deben estar presentes en las mesas de seguridad y paz. No podemos seguir permitiendo que la impunidad prevalezca en los casos de violencia contra las mujeres.
Un aspecto clave de este enfoque será incluir a las secretarías de mujeres en las decisiones de seguridad pública. Es fundamental que las políticas de seguridad se diseñen e implementen con una perspectiva de género, porque solo así podremos visibilizar y combatir la violencia que enfrentan las mujeres a diario, tanto en sus hogares como en el espacio público.
Has hablado sobre la importancia de un feminismo interseccional que incluya a todas las mujeres. ¿Cómo planeas integrar esta visión en las políticas públicas de la Secretaría?
El feminismo interseccional es fundamental porque reconoce que no todas las mujeres enfrentan las mismas barreras ni viven las mismas experiencias. En México, una mujer indígena de Chiapas no enfrenta los mismos desafíos que una mujer de la clase media en la Ciudad de México, y tampoco tiene las mismas oportunidades que una mujer trabajadora en una maquila en la frontera. Estas diferencias son esenciales, y si no las tomamos en cuenta, nuestras políticas públicas no serán efectivas.
Mi enfoque en la Secretaría de la Mujer será diseñar políticas públicas que respondan a la diversidad de las mujeres mexicanas. Esto significa escuchar a las mujeres de todas las regiones y comunidades del país, y asegurarnos de que sus voces sean representadas en las decisiones que tomemos. Quiero asegurarme de que nuestras políticas no impongan un modelo único de feminismo, sino que reflejen la pluralidad de experiencias y necesidades de las mujeres en México.
Por ejemplo, en las zonas rurales, las mujeres tienen menos acceso a servicios de salud, educación y justicia, y es ahí donde debemos concentrar nuestros esfuerzos. Vamos a trabajar en la creación de redes de apoyo comunitario que permitan a estas mujeres acceder a la información sobre sus derechos y a los servicios que necesitan, como asistencia legal y psicológica. También vamos a impulsar programas de desarrollo económico que generen empleo para las mujeres en estas zonas, porque sabemos que la autonomía económica es clave para que puedan salir de situaciones de violencia y mejorar su calidad de vida.
Asimismo, vamos a poner un enfoque especial en las mujeres indígenas y afrodescendientes, que históricamente han sido marginadas en nuestras políticas públicas. Queremos asegurarnos de que tengan acceso a los mismos derechos y oportunidades que cualquier otra mujer en México, y para ello trabajaremos en estrecha colaboración con las comunidades locales y con las organizaciones que ya están haciendo un trabajo importante en este sentido.
La autonomía económica es un factor clave para el empoderamiento de las mujeres. ¿Qué planes tienes para abordar esta falta de inclusión financiera y económica?
La autonomía económica es fundamental porque es la base sobre la cual se construyen los demás derechos. Sin independencia económica, las mujeres no pueden tomar decisiones sobre su vida, ni salir de situaciones de violencia o abuso. En México, la brecha de género en el acceso a empleos formales y a productos financieros es enorme, y esto limita las oportunidades de las mujeres para desarrollarse y mejorar su calidad de vida.
Desde la Secretaría de la Mujer, vamos a impulsar varios programas para mejorar la inclusión financiera y económica de las mujeres. Primero, vamos a asegurarnos de que todos los proyectos de infraestructura y desarrollo económico que impulse el gobierno incluyan un porcentaje de empleo para mujeres. No podemos seguir permitiendo que las mujeres sean excluidas de los sectores clave de la economía. Queremos que las mujeres participen activamente en la construcción, la tecnología, el transporte, y otros sectores que tradicionalmente han sido dominados por hombres.
Además, vamos a trabajar en colaboración con el sector financiero para crear productos específicos para mujeres, especialmente para aquellas que viven en zonas rurales o que pertenecen a comunidades marginadas. Esto incluye facilitar el acceso a cuentas de ahorro, créditos y seguros, que son fundamentales para que las mujeres puedan emprender, ahorrar y gestionar su vida financiera de manera independiente.
También vamos a implementar programas de capacitación para que las mujeres puedan adquirir las habilidades necesarias para integrarse en el mercado laboral formal. Queremos que las mujeres tengan acceso a empleos dignos y bien remunerados, que les permitan tener estabilidad económica y mejorar su calidad de vida. Esto es especialmente importante para las mujeres en situación de pobreza, que muchas veces no tienen acceso a la educación ni a las oportunidades laborales que necesitan para salir adelante.
Has mencionado la creación de un sistema público de cuidados como una de tus principales prioridades. ¿Cómo crees que este sistema podría transformar la vida de las mujeres y cuáles son los primeros pasos para implementarlo?
El cuidado no remunerado es uno de los mayores desafíos que enfrentan las mujeres en México. Según datos recientes del INEGI, las mujeres dedican casi el triple de tiempo que los hombres a actividades de cuidado y trabajo doméstico no remunerado. Esto limita su capacidad para trabajar fuera de casa y participar plenamente en la vida pública, perpetuando así la desigualdad de género.
El sistema público de cuidados que queremos implementar tiene como objetivo aliviar esta carga para las mujeres y permitirles participar de manera más plena en la vida económica y social del país. Sabemos que este es un proyecto ambicioso, y que no se logrará de la noche a la mañana, pero ya estamos trabajando en los primeros pasos. Queremos empezar por crear una red de servicios de cuidado que incluya guarderías públicas, centros de día para personas mayores y servicios de cuidado para personas con discapacidad. Estos centros se ubicarán en zonas estratégicas, comenzando por las áreas más vulnerables del país, donde las mujeres tienen menos acceso a estos servicios.
El impacto de este sistema sería enorme. No solo permitiría a las mujeres salir a trabajar con la tranquilidad de que sus familiares están siendo bien atendidos, sino que también generaría empleo para otras mujeres, ya que la mayoría de los trabajos en el sector de cuidados son ocupados por mujeres. De esta manera, no solo estaríamos ayudando a las mujeres que utilizan los servicios de cuidado, sino también a las mujeres que trabajan en esos centros, dándoles empleos dignos y bien remunerados.
Este sistema público de cuidados sería transformador para la vida de las mujeres mexicanas, porque les daría la libertad de trabajar, estudiar o participar en la vida pública sin la carga desproporcionada del trabajo de cuidados no remunerado. Además, contribuiría a cerrar las brechas de género en el mercado laboral, permitiendo que más mujeres tengan acceso a empleos formales y bien remunerados.
Sobre la necesidad de una Agenda 2030 feminista que unifique a las distintas corrientes feministas del país. ¿Cómo piensas lograr esa unidad y qué papel jugaría esta agenda en la política pública?
Uno de los grandes retos del feminismo en México es que, a veces, nos centramos más en nuestras diferencias que en lo que nos une. Durante el sexenio que está por terminar, vimos avances importantes en la agenda feminista, pero también hubo desencuentros entre las feministas del oficialismo y las feministas que están en la academia o en los movimientos sociales. Creo que es fundamental que empecemos a trabajar juntas y a construir una agenda común que nos permita avanzar en los derechos de todas las mujeres.
La Agenda 2030 feminista que propongo tiene como objetivo reunir a las diferentes corrientes feministas en torno a objetivos concretos, como la autonomía económica, la reducción de la violencia de género, el acceso a la salud reproductiva y la participación política de las mujeres. Si logramos un consenso en estos temas, podremos impulsar una transformación real en la vida de las mujeres en México.
Esta agenda no será impuesta desde el gobierno, sino que será el resultado de un diálogo abierto y participativo con las feministas de todos los sectores. Queremos que las mujeres indígenas, afrodescendientes, rurales y urbanas participen en la creación de esta agenda, y que también se escuchen las voces de las feministas jóvenes que están en las calles, así como las académicas que están investigando estos temas desde las universidades. Solo si trabajamos juntas podremos construir un feminismo inclusivo y representativo, que aborde las necesidades de todas las mujeres en México.
Además, la Agenda 2030 feminista será una herramienta para garantizar que los avances que logremos sean duraderos y sostenibles. No queremos que los derechos de las mujeres sean solo un tema de moda o una prioridad de un gobierno en particular; queremos que se conviertan en un compromiso de largo plazo para todo el país.
Uno de los grandes retos en la lucha por los derechos de las mujeres es el cambio cultural ¿Cómo piensas abordarlo desde la Secretaría de la Mujer?
El cambio cultural es fundamental para erradicar la violencia de género y la desigualdad. Podemos aprobar todas las leyes que queramos, pero si no cambiamos las creencias y actitudes que perpetúan la violencia y la discriminación, el cambio no será completo. Las leyes por sí solas no pueden transformar una sociedad; necesitamos que toda la sociedad participe en este proceso de transformación.
Desde la Secretaría de la Mujer, vamos a trabajar en campañas de concienciación que lleguen a todos los rincones del país. Queremos crear campañas permanentes que aborden temas como el machismo, el respeto hacia las mujeres, y que eduquen tanto a hombres como a mujeres sobre la importancia de la igualdad. Esto incluye trabajar con los medios de comunicación para asegurarnos de que los mensajes que transmiten promuevan una cultura de respeto e igualdad, y no perpetúen los estereotipos de género que han contribuido a la violencia.
Además, vamos a trabajar estrechamente con el sistema educativo para garantizar que desde las primeras etapas de la educación se enseñe a los niños y niñas sobre la igualdad de género, el respeto y la convivencia sana. Queremos que las nuevas generaciones crezcan con una visión diferente, donde hombres y mujeres se vean como iguales y donde la violencia y el acoso no tengan cabida.
El cambio cultural es algo que tomará tiempo, pero estoy convencida de que, si trabajamos juntos como sociedad, podemos lograrlo. No se trata solo de cambiar las leyes, sino de cambiar las mentes y los corazones de las personas para que vivamos en una sociedad más justa, igualitaria y libre de violencia.