Existir después de ser violentadas
La
Endireh
señala que del total de mujeres que vivió al menos una vez a lo largo de su relación insultos, amenazas, humillaciones y otras ofensas de tipo psicológico o emocional, 3.7% intentaron suicidarse, 4.9% pensaron en hacerlo y
2.4%
solicitaron apoyo, pero no denunciaron.
El último dato no significa que las mujeres no tomen acciones para evitar la violencia, afirma Eduarda Betzabé Peralta Reyes, integrante del Instituto de Género, Familia y Comunidad
(Igefam)
ubicado en Oaxaca, en donde brinda terapia narrativa a víctimas. Muchas de ellas tienen diversos mecanismos de resistencia, como los que desarrolló Laura antes de dejar a su pareja.
“Las mujeres jamás estamos estáticas ante la violencia, respondemos de muchas maneras, pero hay que significar el cómo se responde a la violencia. La exigencia cultural y social nos dice que responder es: quítate, muévete, denuncia, vete de ahí, ya no dejes que te lo haga. Son respuestas muy válidas, sin embargo, hay otros mecanismos de resistencia que van desde el reunirse con otras mujeres o asistir a psicoterapia, hasta las acciones cotidianas como guardar silencio frente al violentador o ignorarlo; esas también son formas de responder porque es lo que se tiene en el momento para autocuidarse de una agresión mayor”, explica.
Según la experta, no validar estas otras formas de resistencia anula a las mujeres con la intención de responsabilizarlas de la violencia que viven y se deja de lado al agresor.
“El sistema heteropatriarcal es tramposo, nos dice ‘si tú, mujer, estás recibiendo violencia vete, y si no lo haces eres tonta, ya te acostumbraste o seguramente te gusta’. Siempre se nos exige una responsabilidad que no nos corresponde”, lamenta.
A la resistencia, Brenda Abril Cruz Coronilla, integrante del
Centro de Atención Comunitario Casa Tonalá,
espacio ubicado en Ciudad de México que brinda atención y prevención de la violencia contra las mujeres, añade otra herramienta de autocuidado: la re-existencia. “La resistencia y la reexistencia son dos conceptos diferentes, pero llevan posicionamientos de las personas frente a la vida”, dice.
Sobre esta última plantea que cada persona puede construir otros espacios seguros. Cruz Coronilla agrega que, si bien los mecanismos de autocuidado empleados por las mujeres las han ayudado a mantenerse a salvo, se tiene que avanzar en colocar la responsabilidad sobre el violentador.
“Lo que encontramos en nuestro sistema hoy, es: sí puedes denunciar, pero requieres de un abogado, de un proceso largo, de narrar una y otra vez los eventos, de que las personas que levanten tu denuncia te responsabilicen de la violencia por no haberte ido, entonces no es tan fácil denunciar y levantar un acta, denunciar y decir esto es violencia, eso lo hace muy complejo y no sólo denunciarlo ante la ley, sino también ante la sociedad y contextos cercanos. Pienso en la familia que cuando oyen este tipo de denuncia dicen: no es cierto, él es un buen chico, no es cierto, es un buen papá, no es cierto, nunca vimos que te tratara mal”, expresa.
La perito Samantha Olivares reconoce que aunque es difícil probar la violencia psicológica no por eso es menos grave que la física. Incluso también puede tener consecuencias fatales como la muerte, ya sea por suicidio o feminicidio.
“Falta mucha capacitación el tema de las periciales, en cómo visibilizar los impactos, como darle forma y exponer la fotografía real ante el tribunal sobre la importancia de sancionarla. Se cree que la violencia física es más grave que la psicológica, que sólo de la violencia física se puede saltar al feminicidio y no es así. Otras consecuencias también son la desaparición forzada por razón de género o el suicidio”, alerta.
La terapia ayudó a Laura a reconocer la violencia emocional de la que era víctima y le dio la fortaleza para dejar la casa que compartía con su agresor. También le ha dado herramientas para su resistencia y re-existencia, pues ahora está enfocada en sacar adelante a sus cuatro hijos. Vivir en un ambiente de insultos quedó atrás y asegura que es algo que no volvería a permitir.
*Laura es un nombre ficticio por cuestiones de seguridad