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Un 8M diferente, un año después de nuestro moméntum

La pandemia orilló a las mujeres a pensar en otras formas de organización rumbo al 8M, pero también para sobrevivir.
lun 08 marzo 2021 08:26 AM
Día de la Mujer.

El 8 de marzo de 2021 es el primer Día de la Mujer que el mundo pasa en medio de la pandemia de COVID-19. También el primero desde aquel 8 de marzo en que millones de mujeres tomaron las calles de distintas ciudades de México con el objetivo de gritar ¡BASTA! Basta de feminicidios, basta de acoso, basta de violaciones, basta de desigualdad en los espacios laborales, basta de tanta indolencia, simplemente basta de la violencia patriarcal.

Ese domingo de 2020 el morado de las jacarandas se opacó con el morado de la organización y la resistencia de ellas, que se teje en más rincones del país, para algunas como cada año, y para otras, por primera vez. Miles se acuerparon como una promesa de que los días del patriarcado están contados.

“En primer lugar acompañaba a mis hijas, pero ya estando ahí la experiencia que viví fue extraordinaria, nunca había asistido a una marcha y ésta fue extraordinaria. Cuando yo era joven no se organizaban marchas de mujeres como ahora lo hacen, sólo había un intento de participar y muchas ya teníamos esa inquietud de salir adelante y no depender de nadie. Y por supuesto volvería a hacerlo”, dice Ana Santana, una trabajadora social de la educación retirada, quien acudió por primera vez a la megamarcha en Ciudad de México en 2020.

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Un año después, las mujeres han encontrado otras formas de ordenamiento, nuevos espacios de aguante y otras vías para combatir la violencia y la desigualdad por género.

Marchas, murales y protestas, las imágenes del día internacional de la mujer

Sin embargo, esta resistencia surgió en medio de un incremento en los niveles de desempleo (formal y informal), una saturación de labores para las mujeres que atienden -sin remuneración- los cuidados propios y de sus familias y, además, una escalada en los índices de violencia intrafamliar.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que México es uno de los países con las tasas más altas de asesinatos de mujeres en el mundo. Y, de acuerdo, con el último informe publicado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) el 21 de febrero, durante todo 2020 se registró un total de 2,791 feminicidios, 77 más que 2019, esto sólo de acuerdo con el número de carpetas de investigación iniciadas ante el Ministerio Público.

“Yo creo que estábamos en un ánimo muy arriba, en el 8M de 2020 todas regresamos con una emoción muy particular, el tema más importante para mí fue que se rompió la brecha generacional y la división de clase, pues yo vi a amigas, tías, mamás, abuelas”, asegura Leticia Bonifaz, abogada experta en Derechos Humanos que desde 2020 es integrante del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer .

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Bonifaz señala que, durante primeros meses del confinamiento derivado de la emergencia sanitaria, parecía que todo iba hacia abajo respecto al momentum que el movimiento feminista había obtenido. Pero llegó la explosión en redes sociales a través de las cuales se organizaron movilizaciones para hacer manifestaciones que derivaron en tomas de instalaciones como en Quintana Roo, quienes pedían que se discutiera un dictamen a favor de la despenalización del aborto en la entidad.

También está la Red Nacional de Refugios, que está conformada por organizaciones de la Sociedad Civil (85%) y de gobierno (15%), y que ha canalizado casos gracias a que las víctimas las contactaron a través de estas plataformas digitales. Tan sólo de abril de 2020 a agosto del mismo año atendieron a 10,646 personas por redes sociales y vía telefónica.

La organización desde casa marca la diferencia, porque los cuidados recaen sobre nosotras. Empleos formales e informales se perdieron, para mujeres, y las posibilidades de que las mujeres tengamos espacios para nosotras se perdió porque vivir en familia es complicado, sobre todo por la violencia doméstica que es lo más preocupante
Leticia Bonifaz

Las cifras del SESNSP sobre homicidio culposo en los que las víctimas fueron mujeres apuntan a un registro de 3,136 casos, mientras que los presuntos delitos de violencia familiar en contra de mujeres durante 2020 fueron 220,039, cifra superior por 9,881 casos en 2019.

“Muchos juzgados cerraron, además, como mujer no piensas que vas a denunciar a quien vive a lado de ti. Hubo mucho miedo y más necesidad de que las mujeres que no pudieron tener una respuesta institucional o de las redes de mujeres aguantaran más violencia”, sostiene Bonifaz.

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Otras formas de organización

“El enojo está ahí, los feminicidios siguen, pero yo sí veo mucha sororidad y que eso sigue creciendo. La sororidad entre mujeres ya no tiene vuelta atrás, siguen ahí intactas”, afirma Bonifaz.

Durante la pandemia, grupos de mujeres se movilizaron para exigir solución a problemas, tanto dolorosos como urgentes, como fue la toma de las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por parte de distintas colectivas feministas como Ni Una Menos. “De un año acá hay cambios, pues ahora hay ministerios especializados con perspectiva de género, tenemos fiscal feminista en Ciudad de México”, señala Yesenia Zamudio, activista y madre de María de Jesús Jaimes Zamudio, estudiante que fue víctima de feminicidio en 2016.

“Al tomar la CNDH pedimos un pliego petitorio para el gobierno. Nos organizamos defensoras de derechos humanos, no sólo de mujeres. Somos radicales pues no negociamos los derechos humanos, pero no no excluimos a hombres ni a mujeres trans de la lucha”, cuenta Zamudio sobre el periodo que se mantuvo en la ‘Okupa feminista’.

Asimismo, en Guerrero se movilizó un grupo de feministas y activistas, quienes marchan cada 8M desde hace ocho años, para impedir la candidatura a la gubernatura del estado por Félix Salgado Macedonio, presunto violador y agresor sexuales de al menos cinco mujeres. Ahora llevan al menos 60 días de lucha.

El 8 de marzo de 2020 fue histórico en Chilpancingo, Guerrero. Ese día habíamos decidido hacer un mural y queríamos darle visibilidad a través de la pintura y el arte a los delitos que podían denunciar las mujeres
Yolitzin Jaimes, feminista y vocera de la colectiva CONAFEM Ningún Agresor en el poder.

Para Jaimes, llegar al feminismo no sólo es ponerte el pañuelo. Sostiene que hay toda una conceptualización teórica de ese proceso que tiene el feminismo para las mujeres. “Sabemos que la situación de violencia feminicida se agrava con el desprecio institucional a las mujeres que está presente en el poco acceso a justicia, a la equidad laboral, a lugares de toma de decisiones”, dice.

Sobre las nuevas formas de organización que experimentó durante el confinamiento y la fuerza que aún ejerce el movimiento feminista asegura que el trabajo comunitario es primordial. Éste se realiza a través de grupos de monitoreo y de acompañamiento “Nos mueve el apoyo a las víctimas, ellas están en el centro de nuestra lucha”, apunta.

¿Qué se puede hacer rumbo a otro 8M?

Leticia Bonifaz considera que la falta de políticas públicas que atiendan los temas detenidos por la pandemia se podría arreglar con la redistribución de los recursos para hacerlo a través de refugios o guarderías; así como los temas relacionados con la procuración y administración de justicia también son áreas de crecimiento

“Yo sí creo que todo se concentra en torno al 8M, pero ya no fue suficiente y ahora se habla el mes entero. Sin embargo, se mantiene la disciminación y el patriarcado sigue entre nosotras como sistema de organización”, reconoce.

“Cuando decimos que las condiciones de igualdad no se han dado en el ámbito público todas son verdades, porque no hay una sociedad construida en plena justicia con igualdad”

Leticia Santana, hermana de Ana María Santana, también asistió por primera vez a una marcha feminista el pasado 8M. El objetivo era sencillo: acompañar a sus hijas. No obstante, comparte que no había imaginado el impacto hasta que estuvo ahí, rodeada de miles de mujeres.

Ahora, después de haber atestiguado el nivel de participación de las mujeres en sus reivindicaciones, asegura que volvería a asistir a otra marcha o actividad que organizaran grupos feministas. “Incluso les apoyaría de otra formas, que nos organizáramos más allá de las marchas para exigir que se respeten nuestros derechos humanos”, dice.

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