Organon promueve una alianza para afrontar desafíos de salud pública

Restrepo señaló que, a escala global, este mecanismo funciona, a grandes rasgos de la siguiente manera:

• Hay un grupo de inversionistas, dispuestos a canalizar dinero a proyectos de alto impacto social. Aportan esa suma al fideicomiso creado con el fin de financiar el programa elegido.
• Hay un operador (o varios) dispuestos a llevar a cabo ese programa social, que ha sido previamente planeado y en el que se han definido, entre otros aspectos, los indicadores o Key Performance Indicators (KPIs) que demostrarán que está obteniendo resultados.
• Hay un tercero independiente que se encarga de revisar y avalar que se estén alcanzando las metas planteadas.
• Hay un conjunto de copagadores que, una vez que reciben las pruebas que demuestran que los KPIs se han cumplido, paga una suma a los inversionistas, más una tasa de retorno.

“Cada uno de estos indicadores tienen un precio. Por ejemplo, por cada persona elegible (que cumple con el perfil de la población a quien va dirigido el programa) se paga una determinada cantidad. No por cronograma, ni por avances, ni por hitos, sino que se paga por resultados”, especificó la especialista.

Es una manera distinta de abordar estos sistemas de apoyo social, continuó la experta. Tradicionalmente, las empresas que hacen aportaciones a este tipo de programas suelen manejarlos como donativos. Y los gobiernos que los instituyen suelen considerar a fondo perdido lo que ahí se desembolsa. Pero mediante el mecanismo de apoyo por resultados se establece un conjunto de beneficios a otro nivel.

“Las empresas pueden estructurar así parte de las aportaciones que han establecido mediante sus acciones de Criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG). Los gobiernos y otros copagadores solamente pagan por los frutos de esos programas. Los inversionistas pueden generar un fondo revolvente para participar en estos esquemas, ganando una tasa de retorno”, concluyó.

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Embarazo adolescente: perpetuador de pobreza

En el caso de Organon, la propuesta es generar este mecanismo para contribuir a la erradicación del embarazo en niñas –menores de entre 10 y 14 años de edad– y adolescentes (mujeres de 14 a19 años), tal como está planteado en la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente (ENAPEA) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

A pesar de contar con las mejores políticas públicas en planeación familiar en América Latina y el Caribe, en particular la disponibilidad y gratuidad de los servicios de planificación familiar y de 17 métodos anticonceptivos, el país tiene una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada 1,000 adolescentes de 15 a 19 años de edad y de 24 nacimientos diarios en niñas menores de 14 años.

De ahí que resulta estratégico que un experto en anticoncepción, como lo es Organon, participe activamente en abatir esta problemática social y evitar que las niñas y adolescentes tengan embarazos en la segunda década de vida, durante la cual deberían estar estudiando y jugando.

Organon, creada en 2021, es la única farmacéutica en la actualidad enfocada en la salud de las mujeres en todas las etapas de su vida. De hecho, su portafolio de métodos anticonceptivos está entre los más completos y modernos del mundo.

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